domingo, 2 de junio de 2013

Luxiona quiere despedir a la mitad de la plantilla

Apenas un año y dos meses después del último expediente de extinción, y después de un reguero de despidos individuales entre medias (casi 30 compañeros/as) Luxiona nos ha vuelto a presentar un nuevo expediente de regulación de empleo. En esta ocasión, es una agresión verdaderamente salvaje, dado que la propiedad y los ejecutivos pretenden despedir a casi la mitad de la plantilla (un 46%), lo que significará el desmatelamiento seguro de la producción en Canovelles.
El pasado 10 de mayo la empresa nos presentó la documentación, un expediente para 80 personas y la reducción del 15% para la plantilla restante, en un sacrificio salarial que significaría la eliminación del único plus de negociación colectiva de la empresa, con una fórmula típicamente empresarial de recortar a los que menos ganan. La empresa alega una situación económica dramática para justificar un recorte de la plantilla tan drástico, y en las cuatro reuniones que llevamos del periodo de consultas, no se ha movido un ápice en su propuesta inicial de despidos,  bajas voluntarias, indemnizaciones y otras medidas paliativas realmente ridículas.
La empresa se mantiene cerrada a qualquier avance negociador; ni siquiera el ofrecimiento de nuestro grupo de no hacer público el conflicto a cambio de concesiones, ha movido a la empresa a tener un gesto de generosidad con el conjunto de trabajadores; y le interesaba mucho -o quizás no tanto- porque la empresa solicitó preconcurso de acreedores el pasado 7 de mayo. Un secreto a voces, por tanto, dado que todo el sector de la iluminación, y toda la zona de Canovelles conocen desde hace semanas las maniobras de los ejecutivos de Luxiona.
Sea como fuere la situación, es tremendamente complicada por la cerrazón y el oscurantismo que está mostrando la representación empresarial. Se están negando reiteradamente a ofrecernos mucha documentación que les estamos pidiendo. Un balance de sumas y saldos, por ejemplo, para cotejar la situación alegada de palabra por los ejecutivos; después de mucha batalla nos entregaron uno, pero con los datos importantes agregados, es decir, una tomadura de pelo, que no nos permite comprovar la situación real de la empresa. Tampoco nos quieren entregar ni la lista de los/as trabajadores/as afectados/as, ni los creterios para efectuar los despidos. En la solictud del expediente, tan sólo alega que los despidos se realizarán según criterios de Polivalencia, absentismo y "motivación", pero se niegan en redondo a concretar estos criterios y a entregarnos el listado de trabajadores/as de la empresa bajo estos criterios. Una verdadera vergüenza que dejará a la empresa la libertad absoluta de despedir a quien le dé la gana, pues a nadie escapa, que la motivación, por ejemplo, no tiene medida objetivable. Nos tememos que el criterio sea la discriminación sindical, como pasó con nuestra compañera Eva, despedida en el anterior ERE y en la actualidad trabajando de nuevo con nosotros/as por la vulneración de su derecho fundamental a militar en nuestro sindicato.
Es una situación extraordinariamente complicada, porque a las maniobras de engaño y ocultación que están llevando a cabo la representación empresarial, se une el hecho de que la empresa ha anunciado que no dispone de liquidez para hacer frente a los posibles despidos, una situación que ha llevado incluso a una candidatura tan amarilla y tan cercana a la empresa como la de CCOO, a sumarse a la convocatoria de huelga a partir del 10 de junio.
Entramos en una semana crucial, donde a partir del miércoles, con un nuevo encuentro con la empresa, se precipitarán los acontecimientos. La empresa deberá presentar garantías de pago de las indemnizaciones, algo que la candidatura de CCOO está deseando para desmontar las movilizaciones. Para nosotros/as, evidentemente es un paso esencial, pero tanto si se consigue como si no -y en este último caso con más motivo- la movilización debería continuar hasta conseguir unos objetivos de negociación mínimamente dignos.
Luxiona ha pasada en apenas 6 años, de un crecimiento de dos dígitos y una situación patrimonial envidiable, a la situación lamentable que le ha llevado a solicitar el pre concurso y a no poder hacer frente a las indemnizaciones. Esta evolución no se debe sólo a la crisis, si no a la megalomanía de sus ejecutivos y propietarios, embarcados desde la pasada década en un proceso de expansión y de despilparro que le ha llevado a comprar empresas en Polonia y en Perú (esta última a finales del 2011 al tiempo que nos presentaban el primer expediente de extinción) en los años de más dureza de la crisis; una política de derroche que nos llevó, por ejemplo, a alquilar una oficina en Madrid en 2011, de 300 metros cuadrados, en la zona más cara del Estado, para poco más de seis trabajadores/as. Un gestión desastrosa, que se cuenta con el despido por decenas de trabajadores/as desde el 2008.
Con todo, desde el SOT-UGT no nos creemos los números presentados por la empresa. La empresa habla de un proceso de refinanciación y nosotros estamos convencidos que ya lo tienen cerrado. Ahora se trata de un órdago, una apuesta dura para inmovilizar a la plantilla y que el miedo anule la conflictividad. Es un proceso de deslocalización que la empresa ya lleva en marcha desde hace tiempo, sólo que la gestión desastrosa de los ejecutivos y su pasmosa falta de previsión, les ha obligado a acelerar el proceso y a implementarlo en peores condiciones.
Se trata un poco de eso, de recuperar la dignidad, de romper la tranquilidad y el buen humor -nada disimulados- que muestran los ejecutivos, de intentar reconducir un proceso de deslocalización industrial que la empresa está llevando a cabo sin apenas traumas, porque todos/as somos/as conscientes que lo que la empresa pretende es despedir al grueso de los/as trabajadores/as de fábrica (hasta un 58%) y proseguir la producción en las otras empresas del grupo (Polonia, China o Perú) desde la dirección de Canovelles. Es una situación terrible, digna de tomar las medidas de presión y protesta más drásticas. Veremos cuanto tardar en vendernos la mayoría de CCOO.

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